Yo solía ser tú
De Kyoko Hamada.
Traducción del artist statement:
Kikuchiyo-san es un personaje ficticio. En vez de estar en mi zona de confort detrás de la cámara, soy el sujeto que enfrenta la lente. El ir y venir de Kikuchiyo-san en su propia casa y fuera en el mundo -y las naturalezas muertas que se van intercalando- me hacen recordar mi tendencia a reflexionar sobre cosas que tengo justo delante, así como cosas que nunca voy a entender.
La primera vez que me probé su peluca gris, el maquillaje de látex y su ropa, contemplé el espejo durante mucho tiempo. Mi reacción inicial fue sonreír, pero pronto empecé a sentirme incómoda. La cara arrugada que me devolvía fijamente la mirada se parecía a la mía con treinta años más. Cuando sonreía, me devolvía la sonrisa. Cuando hacía una mueca, ella también. Fue la primera vez que la conocí, pero era al mismo tiempo alguien que ya conocía bastante bien y alguien de quien no sabía nada.
A diferencia del sentimiento evocado por la pintura en «El retrato de Dorian Gray» de Oscar Wilde, mirar a Kikuchiyo-san en el espejo me hacía sentir una mezcla de humildad, humor y una tierna familiaridad. No sé exactamente cuándo empecé a interesarme por el envejecimiento, aunque se me ocurren diversas razones por las que ahora pienso en ello. Pequeñas pérdidas como la de mi café de la esquina favorito, sustituido por una cadena de droguerías, y encontrarme las primeras canas sueltas en el pelo. O, pérdidas mayores como la muerte de mi padre y el desastre de hace un año en marzo en Japón. En junio, Kikuchiyo-san habrá estado conmigo durante cuatro años; un recordatorio de que el tiempo y la vida están siempre en movimento.
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